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julio 20, 2010
Miedo
La última vez que sentí ganas de llorar fue hace mucho tiempo.
No me acuerdo bien cuando fue. Sin darme cuenta me había olvidado. Casi como si nunca hubiese llorado… Pero ahora vuelve todo. Sin pedir permiso y de repente las sensaciones reaparecen. Todas juntas, sin aviso, sin orden; como un bombardeo violento minutos antes del amanecer. Vuelve todo eso. Me alcanzan los recuerdos y una vorágine de emociones tumultuosas me embriagan –otra vez. En verdad me había olvidado; pero ya recordé. El ahogo, la opresión en el pecho, la garganta que se cierra y no pasa el aire, mucho menos la saliva que ahora es espesa y pastosa. Es el desconsuelo por la certeza de algo horrible e inevitable.
Y ya no me importa nada… tengo ganas de irme a mi casa a dormir. Quiero estar solo. Que nadie me vea. Yo no veo a nadie –no puedo aunque se me pare adelante y me hable. Y ya no me importa nada.
La tensión de los músculos recorre la parte alta del cuello pasa por los hombros y ocupa la espalda. La rigidez se extiende por los brazos y llega a los nudillos y los dedos se entumecen y dejan de sentir. Pero duelen igual. Siento un temblor leve casi imperceptible, pero tal vez lo imagine. Es lo mismo porque yo lo siento y porque cada vez soporto menos mi cuerpo. Escaparme. Correr a ningún lado sin sentido. El estómago me duele y siento que me descompongo. El ardor me perfora de adentro hacia fuera pero nunca llega a la superficie. Me tuerzo contra el escritorio.
Creo que tengo miedo.
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