diciembre 21, 2010

Comer

No le gusta comer en público. No es que no lo haga, si está en una reunión con comida, come (poco). Un cumpleaños, una cena no le generan estrés pensando "y ahora, ¿qué voy a hacer?". Tampoco es que tenga malos modales en la mesa y eso lo incomode (cosa que no sería nada grave, se corrige facilmente con lecciones y golpes en la nuca de ser necesario). ¿Timidez? Tal vez en parte. Nunca fue una persona abierta, dispuesta a compartir con otros sus pensamientos; sin embargo, se le debe reconocer que desde hace un tiempo se anima a presentar su opinión en público aunque no sin pudor, claro.

Pero no. Nada de eso.

Comer es aceptar nuestra imperfección congénita e irremediable. Por eso prefiere comer solo, a resguardo de la mirada de otros, porque la necesidad de alimentarse le recuerda que es igual al resto, que no es un dios perfecto, sino apenas un ser humano más. El comer, o en realidad la necesidad de hacerlo para continuar existiendo, nos iguala en tanto seres no autosuficientes, terrenos e imperfectos.

Saber que necesita del alimento es un golpe ya duro y dificil de asimilar; ¡no necesita que se lo recuerden con invitaciones a comidas públicas! Para él, comer es rebajarse; y prefiere hacerlo en privado.

2 comentarios:

  1. Habría que ver que le pasa con las flatulencias (es un chiste), o con todos los eventos públicos. No intento hacer un diagnóstico, ya que no tengo nada que ver con la psicología, pero, ¿no será una fobia encubierta? Pregunto porque decís además que es un poco tímido. Parece soberbia, pero es un miedo al ridículo generalizado, una inseguridad muy grande disfrazada de soberbia.

    ResponderEliminar
  2. mmm interesante lo de inseguridad disfrazada de soberbia, me gusta...

    Sobre el tema de las flatulencias habría que indagar un poco, en especial cuando tienen lugar en eventos públicos, ja.

    ResponderEliminar